Bitácora político, cultural, literaria, social, no hay otra

31.10.05

De Safran a Coixet

Repetir conmigo, como si de un mantra se tratara: Cuando un amigo te recomienda un libro, a sabiendas, como es mi caso, de que no haces más que leerlos y no tienes ni un hueco libre, tienes que leerlo. No es un consejo casual, existen bastantes posibilidades de que acierte. Y eso aunque se trate de una novela, género con el que cada vez tengo relaciones más distantes porque he tenido unas cuantas experiencias nefastas, dicho sea de paso, y me cuesta decidirme a leer una. Pero si, como me ha pasado a mí con “Tan fuerte, tan cerca” haces caso –en mi caso a Mónica, que es quien me la recomendó y ha prometido que cuando acabe de escribir el libro de la moda me deja la primera del autor-, puedes devorar una novela en dos días, y reconciliarte con el género de inmediato, la verdad.
Yo ni conocía la existencia de Jonathan Safran -autor que tuvo notable éxito, por lo visto, con “Todo está iluminado” su primera novela-, pero os aseguro que la forma en que está narrada esta novela –desde la perspectiva de un niño de 9 años que en algunas ocasiones parece mayor, la verdad- ha logrado sorprenderme y engancharme, por fresca e inesperada. Y no sólo porque intercala entre sus páginas fotografías y dibujos que enlazan perfectamente con el texto, sino por cómo lo dice y lo identificada que logras sentirte con el personaje -a pesar de su edad, quizás aquí es donde menos acierta-.
El protagonista inicia su relato el día después del atentado a las Torres Gemelas, donde muere su padre: «“Necesito saber cómo murió”, dije. (...) Para dejar de inventármelo. No puedo parar de inventar», reconoce Oskar de quien sabemos conforme avanza la novela que lee la «Historia del tiempo» de Stephen Hawking, nada mal para un niño de 9 años. Bueno, no sigo porque mi misión no es hacer crítica literaria, ni copiaros citas que he marcado en el libro, pero si cae en vuestras manos…
Otra cosa es –y vuelvo al principio-, aunque no sé si plantarme u obviar el tema, si los consejos que te dan tus amigos de dividen, ahí se complica todo mucho. Y los hay que me aconsejan ver “La vida secreta de las palabras” y comentarla luego y las hay que me llaman para decirme “ni se te ocurra que te vas a pegar una llorera innecesaria, mejor vete a ver la obra de la Cubana”. Y yo que no he llorado nunca en el cine, no sé si me apetece o no iniciarme en esas tesituras, la verdad. Aquí me temo que la decisión es mía y… todavía no sé si me gustaría ver la peli de “mi doble”, irme simplemente a tomar unas cañas o ir a ver "La novia cadáver" de Tim Burtton que, también me han dicho, es pura poesía y me apetece más, la verdad. Porque yo en el fondo –y nunca lo repetiré en público, ni siquiera a cualquiera de los que me leéis en privado- lo que quiero es ver es historias de amor como las de Takeshi Kitano, esas en las que los protagonistas se miran a los ojos y no hace falta más. Que estoy un poco harta de realidades y necesito que me alejen de películas planificadas para enfrentarme a la realidad. ¡Dios, si va a resultar que en el fondo soy una romántica!