Javier Lorenzo oríete tú de las cuitas sentimentales de Salsa Rosa
Hace tiempo que una amiga me dice, cada vez que en la tele sale uno de estos culebrones sentimentales de famosos, que si las cadenas tuvieran vista lo que harían sería, sin duda, salir a la calle a preguntarle a la gente cómo lleva su vida sentimental. Y en estas andamos, ella insistiendo, yo riéndome cada vez que me lo dice y tachándola de exagerada....
Hoy, cansada de hospitales pero con muy buenas noticias, y acercándome a otro enfermo, este ya mental que no físico (porque la falta de moralidad es una enfermedad de nuestro tiempo), me topo con una historia que, mira tú por dónde, acaba por darle la razón a mi amiga. Y harta de tanto hablar de política voy a empezar a hablar del corazón. El protagonista de la historia es Javier Lorenzo, poeta a lo que se ve enamoradizo y con una situación sentimental muy poco clara. Os resumo los items para que sepáis de qué va esto:
- Verano de cursos y ganas de darle una alegría al cuerpo a la vista que el Tajo, Toledo mediante, lleva años sin dárnosla como debe. La ocasión la pintan calva no hay más que escuchar -en un grupo reducido en el que los perfiles de las personas que lo forman se observan casi sin hablar, pero en el que además se habla mucho- y actuar en función de lo que nuestro interlocutor nos demanda y con el que nos queremos acostar. No olvidemos que estamos en verano.
- En esa semana el amigo poeta aprovecha para distanciarse del grupo, actitudinalmente, cada vez que surgen temas sentimentales y a propósito de un amigo suyo comenta: Yo no soy así. Hace años que me alejé de actuar como Peter Pan. ¡Ay, ese mito masculino que es de difícil alejamiento! dime de lo que presumes...
- La semana después, el cebo ya ha sido lanzado, a lo que se ve manda, entre otros, un mail que os copio, porque facilita mucho el resumen: "He comprado Homenaje a Cataluña (libro que creía tener) esta mañana y estoy saltando entre las trincheras de la distancia. No estamos ante ningún levantamiento armado, pero el enemigo se encuentra cerca". Dos y dos son cuatro, dice mi amiga, está casado y quiere darle una alegría al cuerpo. Sin embargo es mejor no juzgar y esperar a ver llegar los acontemimentos. No seamos mal pensados.
- Y del Tajo llegamos al Mediterráneo Euromed mediante: "Hazlo o no lo hagas pero no lo intentes", le dice Yoda de fondo y él se decide a hacerlo ¿A quién le amarga un dulce? Y, además, es difícil que nos pillen. ¿Alguien puede dudar de las buenas intenciones de semejante actitud como no la persona no sea totalmente inmoral? A priori nadie, y no sólo eso ¿puede alguien plantearse que para meterse en cama ajena se puedan inventar semejante estrategia? Las respuestas a todas las preguntas son negativas. Coincidencias.
- Pero se pilla antes a un mentiroso que a un cojo y las valentías son cosas de gente honrada y no es el caso, luego ya pesan más las obligaciones familiares, sociales, el dinero, el trabajo... que amenacen con dejarte sin biblioteca o sin el dinero de tus premios poéticos... cosas que conducen a que donde dije digo Diego sea la frase más apropiada para el momento y queramos recuperar aquello que tal vez nunca quisimos soltar más que para unos días.
- Y así,aprovechando treguas sentimentales, y valorando comodidades, si te he visto no me acuerdo. En apenas un mes, Albacete, Valencia y Toledo, recuperan a su hijo pródigo al que se le perdona, claro está, esa tontería de adolescente aunque tenga ya 39 años, lo importante es que vuelva al redil.
- Me falta un detalle, entre tantas idas y venidas, dimes y diretes, subidas y bajadas, Javier se olvida de decirle a una de las partes que ha involucrado en su juego que ha decidido cambiar de rumbo por el momento y que apuesta a caballo ganador y que eso sólo lo da el caballo conocido, aunque no sea el que más le convence, pero un plato caliente en la mesa es un plato caliente en la mesa. Despiste sin importancia, porque debe tener la cabeza llena de promesas y juramentos de fidelidad a su mujer y no quiere despistarse y que lo pillen en una nueva mentira. Y ella, a la vista de lo que valen sus promesas, pobre (en eso coincidimos todos) porque además de cornuda apaleada, debe andar exigiendo que sea un poco más preciso, que se comprometa a esto o aquello, que prometa esto y lo de más allá y se lo queda mirando y valora cuánto tiempo le puede durar el nuevo móvil que ha tenido que comprase Javier antes de que salga disparado otra vez en medio de una pelea porque se le cruce al poeta una nueva falda por delante en otro curso de verano. Al menos que deje pasar nueve meses. Comprensible el olvido, no se puede tener la cabeza en todo.
No me negaréis que la historia tiene más miga que la de la Pantoja. De todas formas quedaros con la historia de Javier porque está pendiente la resolución de una apuesta que ya hemos hecho entre unos cuantos que conocemos la historia y a los personajes y pienso colgar el resultado: ¿Cuánto va a durar -niño mediante- ese matrimonio? Yo estoy deseando conocer la respuesta y ahora que conozco más sobre el tema creo que voy a ser la que gane la cena.