Bitácora político, cultural, literaria, social, no hay otra

11.3.08

Mi querida hija Hildegart


Al final, a partir de hoy en las librerías mi último libro!!
Mi querida hija Hildegart
Una historia que conmocionó a la España de la Segunda República
Con prólogo de Almudena Grandes
El 9 de junio de 1933, un crimen convulsionó a la opinión pública española: Aurora Rodríguez Carballeira asesinó de cuatro tiros a su hija Hildegart mientras ésta dormía. La joven, con tan sólo dieciocho años, era una de las mujeres más destacadas de la recién nacida Segunda República. Había publicado varios libros sobre educación sexual y el papel de la mujer en la sociedad moderna, era periodista y miembro de las Juventudes Socialistas. Una vida y una trayectoria con un enorme potencial, segadas por un acto en apariencia incomprensible.
Detrás de aquella página de sucesos hay una compleja tragedia, cuyos actos y cuya significación se analizan e interpretan aquí, de forma exhaustiva, por vez primera. Tan protagonista de la historia como Hildegart lo es su madre, una mujer que había asumido la maternidad (nunca se supo quién era el padre de la joven) como modo de llevar a cabo su propio programa educativo: crear a un ser perfecto, formar a una «muñeca de carne», según decía.

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17.2.08

"Crónicas del asfalto", de Samuel Benchetrit

Agradezco muchos la mayoría de las elecciones de Herral, digo Herralde porque supongo que es él quien da el último Ok a los libros que se publican. El caso es que tiene la gran intuición de ofrecerme siempre autores que desconozco y que por lo general (en el caso de las novelas cortas) a mí me interesan.

Así ha sido con "Cónicas del asfalto", un librito corto, que he leído en el viaje de vuelta de Berlín. Agradezco estos narradores que, igual que Amelie Nothomb -aunque he de confesar que su última novela me ha decepcionado- hacen gala de una economía de lenguaje que agradezco y que no me impide entrar en la historia. Silencios y conversaciones cortas y concisas nos hacen entrar en su infancia de un modo claro, aunque nos dejan con la duda de cuánta realidad hay en esta novelita que- dice Benchetit- es autobiográfica. Y, preparémonos, Crónicas de asfalto" es la primera de cinco novelas a través de las que nos hará su autobiografía. Nada mal si tenemos en cuenta que nació en 1976.

En este primero "El tiempo de las torres" Benchetrit nos cuenta su infancia en un suburbio francés, nos presenta a sus amigos, nos acerca a sus vecinos inmersos en el extrarradio parisino eliminando muchos de los tópicos que tenemos asociados a un vida como la suya y nos pone en el disparadero de salida hacia lo que será su comienzo profesional.

Yo, desde luego, estoy a la espera del resto de títulos.

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27.1.08

Ángel González

A mí Ángel González también me parecía un excelente poeta y, además, lo que es más importante me caía bien. Lo conocí en un curso de El Escorial del que él es el mejor recuerdo: hablar, beber, salir, aguantar hasta las tantas por el solo placer de conversar -el aguantaba, de verdad lo digo, mucho más que los que éramos bastantes años más jóvenes. Luego he ido coincidiendo con él en mis viajes madrileños, en casa de sus amigos que también son los míos.
Os dejo aquí la columna de Almudena Grandes que publicó en El País (21/2/2008), se puede decir más pero no mejor.

ÁNGEL

A Ángel González no le gustaba el tomate. Llévese usted el paisaje, que no me interesa, solía advertir a los camareros cuando andaba alguna ensalada de por medio. Le encantaba la mayonesa, que comía con cualquier pretexto o sólo con pan. También le gustaban los gatos, y aún más los niños, aunque no lo pareciera. Ellos le adoraban, porque les enseñaba canciones y les daba siempre la razón frente a sus padres. Era feliz con una guitarra y unas rimas de José Alfredo Jiménez en los labios, pero a mí no me dejaba cantar, porque lo hago muy mal. Hazme caso, me decía, que es por tu bien. Yo le hacía mayonesa y no cantaba. Le quería.

Era difícil no querer a Ángel. Era imposible no amar la vida a través de su entusiasmo por la vida. Todas las cosas buenas de este mundo donde nos ha dejado huérfanos y a oscuras, tenían que ver con él. La poesía y la risa, la palabra y la música, la alegría, la amistad, el calor, la luz de las mañanas de verano, el circo y el amor. Cuando era joven, Ángel se enamoró de una trapecista y le dedicó un soneto inolvidable, me he quedado sin pulso y sin aliento separado de ti. En su madurez, escribió los versos más hermosos para Susana Rivera, este amor ya sin mí te amará siempre. Hace unos días se fue, se ha ido. Y me he quedado sin pulso y sin aliento, con un amor que sin él le amará siempre.

Ahora tendré que aprender a vivir sin Ángel y no será fácil, porque ha dejado tantas luces encendidas que no sé como voy a apagarlas. Nunca volveré a cantar, pero en mi pobreza guardo el consuelo de su memoria, la certeza de que, más allá de la dura infancia de un hijo de vencidos, todo fue justo en la vida de un poeta leído, querido y admirado como muy pocos. Todo. Incluso el rencor torpe y envidioso de un mezquino cortesano literario que, al parecer, no ha tenido bastante ni siquiera con el premio Cervantes.

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23.12.07

Mil soles espléndidos o cómo ser mujer en Afganistán y ser capaz de resistir

Ser mujer no es fácil. En Barcelona, en el 2007 la verdad es que tenemos más de una herramienta que nos premita salir al paso, o luchar por ello, pero ¿qué pasa en países como Afganistán?, pues pasa de todo, claro y fundamentalmente a las mujeres les toca vivir situaciones injustas. Tras leer "Mil soles espléndidos" si algo queda claro es que no es fácil ser mujer en Afganistán con el agravante de que, en las últimas décadas, ha ido variando su espectro político hasta quedarse en una situación especilamente adversa para ellas.

Tras la caída del régimen comunista empezaron a imperar unas leyes tribales que consiguieron que Kabul -entonces una ciudad cosmopolita- acabara por convertirse en foco de inteolerancias integristas: buka, denuncias, lapidaciones públicas... y así hasta ciento. Hay mil soles en Afganistán, porque hay mil mujeres que sufren de distinta manera todos esos cambios y todas esas injusticias y observan atónitas desde el burka una situación a la que, en la mayoría de los casos, no pueden poner freno ni de la que pueden escapar. Y este es el panorama que vamos viendo a lo largo de una novela que acaba por enganchar y hacer que la leamos de un tirón.

Las protagonistas, Laila y Mariam, dos mujeres casadas con el mismo hombre. Una madre de dos hijos, la otra no consiguió nunca quedarse embarazada. Tras superar distintas fases en su relación, el único resquicio que le queda al lector es una amistad que se crea entre ellas que acaban por establecer una unión que mantiene la esperanza en la situación que viven y de la que intentan escapar.

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11.12.07

Cuba y mis buenas intenciones

Se lo prometí a Lidia. Iba a escribir, a partir de ahora, procurando hablar sólo de las cosas que me parecían bien, o que me gustaban... vamos, que por unas semanas (no para siempre) intentaría opinar en positivo y no criticar sin parar. Y la verdad es que creí que iba a conseguirlo, he ido al cine a ver "Mi hermano es hijo único" y -sin que sirva de precedente- me ha gustado, la he encontrado entretenida y original, o sea ¡una película recomendable! Quizás no pasará a la historia del cine, pero está muy por encima de muchas de las de nuestro cine patrio que se promocionan continuamente -y sé lo que me digo que me estoy viendo muchas de los Goya-. En fin, una película de esas que hacen pensar cómo está el panorama del cine comercial que justo las películas interesantes tienen menos repercusión y nos atiborran de publicidad de las que tienen menos calidad.

Estoy empezando a leer "Mil soles espléndidos" me está resultando curiosa, entretenida, tiene una buena traducción y me acerca a la realidad afgana de una forma que me hace interesarme por una realidad bastante -por suerte- alejada de la mía. O sea, otra cosa positiva.

En fin, opinar sobre cosas que veo u oigo y me gustan, en lugar de centrarme en la crítica. Pero no podía ser y a la tercera ha ido la vencida. De pronto leo una noticia hace un rato en la que explican que diez catalanas han sido detenidas en Cuba. ¡Ay!, pienso de inmediato, no tenemos bastante con que el principito salude sólo protocolariamente a Chávez (con lo sano que es pedir perdón cunado uno se equivoca, y, sobre todo, lo que juega a tu favor) que ya tenemos a Castro.

Pero veamos por dónde van los tiros.

Bien sencillo, resulta que diez catalanas pertenecientes a las Juventudes de Convergencia Democrática de Catalunya -aliadas tradicionales del PP en todas aquellas elecciones que no han sido favorables a ellos- han tenido a bien irse hacia Cuba a quejarse. A quejarse de qué, me pregunto, pues junto a un grupo de familiares de presos políticos. ¡Acabáramos! Y de inmediato imagino -digo que imagino pero no lo sé seguro-, que estas mismas señoritas se manifestaron en su momento en Chile contra Pinochet, han ido a Marruecos en numerosas ocasiones para lo mismo, o se ponen en la puerta de la Zarzuela cada vez que invitamos a la familia Real Saudí a pan y cuchillo para quejarse de su régimen. Imagino, digo, porque sería lo suyo, y mucho más necesario que ir a quejarse a Cuba.

Pues no, me temo que no, y lo peor, deben ser de esas familias que han decidido que la Ley de Memoria Histórica remueve en este país cosas que ya están olvidadas, ay.

volvemos a la andadas, "nuestras colonias" siguen siendo nuestras. ¿Pero qué le pasa a todo el mundo? ¿No les han enseñado a respetar? O, al menos, a juzgar a todo el mismo con el mismo rasero. Porque ya lo estoy viendo, ahora va a resultar que hacemos un ppack ideológico entre cuba y Venezuela, y nos espera una buena temporada de artículos de opinión contra las "dictaduras" caribeñas.

Pues, si se puede, que con mis impuestos no las repatríen, que, ya que están ahí, bien podrían quedarse una temporada, seguro que hay más de un trabajo social al que dedicar el tiempo libre. Y una pregunta ¿qué pasaría si un grupo de cubanos viniera a manifestarse en apoyo de ANV?

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24.11.07

De Lidia Falcón a la falta de rigurosidad de un libro de la editorial Cátedra

La verdad es que ha sido esta una semana agitada en lo que al mundo del libro que me rodea se refiere. Agitada, digo, no sólo porque estoy a punto de entrega de la biografía de María Teresa León y ultimando detalles de la biografía de Hildegart Rodríguez, sino también porque he estado en la presentación del último libro de Lidia Falcón -"Al fin estaba sola"-.

Yo a Lidia Falcón sólo la conocía de oídas y de leídas, y cuando me llamaron de la editorial Montesinos a ver si quería participar en la presentación me sorprendió y me pareció la mejor de las maneras de coincidir con ella y conocerla. Y, si he de ser sincera, confesaré no sólo que me sorprendió gratísimamente -a veces una tiene reticencias injustificadas cuando se acerca a alguien tan conocido- sino que además me ha parecido de lo poco coherente que a día de hoy sigue paseándose por las calles de este país nuestro. Quizás por eso, pensé yo, le están dando poca cancha en la prensa, porque tiene muchas cosas muy, muy claras y muy poquitos pelos en la lengua. Y eso, ya se sabe, en este país gusta poco. Poco porque a nadie le gusta que le recuerden qué decía hace treinta años y qué dice ahora, qué nos venden las leyes y qué nos llega de eso en realidad, o dónde estamos y eso qué significa. O sea, volvemos a los inicios, a mayor capacidad, menor repercusión, es un clásico made in spain. Si Lidia Falcón estuviera por los platós celebrando que tenemos un 38% de mujeres en edad laboral trabajando en España, en lugar de preguntarse porqué la media europea se acerca al 75% y nosotros no, lo que dice muy poco de cómo nos encontramos aquí, seguramente la llamarían más. Pero claro...

Y si eso pasa en política, mucho más en el mundo del libro, lo de apostar por los mediocres, digo. Y ahora me explico. Estaba yo ayer por la tarde paseando con una amiga cuando decidimos entrar a una librería a ver si veíamos alguna novedad que nos apeteciera para leer este fin de semana -error en mi caso porque ni os cuento lo que tengo que leer, pero bien está-. Total, que mientras estaba ella en la sección de teatro, me paré yo en la de cine un momento y vi una reciente "Guía del cine español actual" y en la contraportada "Todo el cine español desde 1897". Y claro, picada por la curiosidad y porque tengo amigos trabajando en el Septimo arte, me fui al índice. Y cuál no sería mi sorpresa cuando vi que el "historiador/escribiente en cuestión" -tan magna obra siempre responde a esos ¿calificativos? sean o no reales- no incluía ninguno de los trabajos de Isabel Coixet.

Y dije yo, a ver si va a ser que Isabel ha nacido en Islandia, o vaya usted a saber dónde y yo no me he enterado, que podría ser. Y claro, eso de ir con las amigas a la librería facilita mucho la pregunta respuesta. Y no, Isabel ha nacido en Barcelona. ¿Qué cosas no? Y pensé, a ver si el "pseudohistoriador del cine" resulta que no incluye a directores jóvenes, o de las últimas generaciones, y busqué más nombres. Y no, había otros, más jóvenes incluso que Isabel y con menos trabajos realizados incluidos en el libro. Así las cosas hoy he querido comprobar, por aquello de no abusar de la pregunta respuesta, o por no caer en la pregunta obvia, cuántas películas, todas españolas tenía Isabel Coixet y resulta que -salvo la última Elegy, por la que no ha perdido la nacionalidad- tiene cinco largometrajes más. Nada mal, ¿no? para que no se la incluya.

Y yo que recordaba que la editorial Cátedra era una de mis favoritas en la universidad... Quizás se han jubilado ya todos los editores que había entonces, quizás ahora contratan a autores sin comprobar sus conocimientos, quizás uno se cree que hace un encargo a quien sabe de la materia y luego nadie supervisa, quizás este historiador del cine quiso ser director y por eso no incluye alguna que otra buena película, quizás es sólo que la mediocridad juega malas pasadas, quizás... Quizás lo mejor es no comprar el libro por todas las erratas y omisiones en que pueda haber incurrido Carlos Aguilar. Sí, quizás eso sea lo mejor.

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17.11.07

El gustoso París multirracial - El Viajero - El País 17/11/2007

París es una de esas ciudades a las que cualquiera con un fin de semana libre, y algo de dinero en los bolsillos, piensa en escaparse. Todas las excusas valen. Alejándonos de los emblemas turísticos más conocidos, podemos dejarnos tentar por la Ciudad de la Luz para asistir a un concierto, ver un moderno edificio o simplemente pasearnos por sus calles. Ir a ver el Musée du Quai Branly -metro Alma-Marceau-, la última creación de Jean Nouvel, arquitecto encargado de la ampliación del Museo Nacional de Arte Reina Sofía de Madrid y de la Torre Agbar de Barcelona, es pretexto más que suficiente. Antes de entrar, podemos disfrutar observando una de las paredes del museo, un espectacular jardín botánico vertical obra de Patrick Blanc, y luego pasearnos por las salas de este edificio, de 40.000 metros cuadrados, que alberga miles de piezas de arte primitivo procedentes de África, Asia y Oceanía.

Y así, desde el Quai Branly, estamos inmersos en la tan traída y llevada alianza de civilizaciones, presente en París en todas sus esquinas. Y con esa idea nos dirigimos al metro para ir a la Gran Mezquita -a la parada Jussieu o Cardinal Lemoine-. Situada en el quinto arrondissement de París, en la rive gauche a orillas del Sena, es el barrio más antiguo de la ciudad y abarca gran parte del Barrio Latino. Antes de llegar, un consistente desayuno en el bar Breakfast in America, llamado así en claro homenaje al disco de Supertramp. Un curioso local con el encanto de lo retro, situado en la Rue des Écoles, donde podrás disfrutar de los pancakes, el beicon frito y todo el café filtrado que quieras a cualquier hora.

Con energías suficientes para continuar en marcha hasta la noche, andamos en dirección a otro edificio de Jean Nouvel, quien, junto a los arquitectos Gilbert Lezènes, Pierre Soria y el Architecture Studio, también en este barrio ha dejado su impronta. En 1987, este equipo hizo una interpretación a través de materiales modernos de las características de la arquitectura árabe en el edificio del Institut du Monde Arabe. El patio recuerda el interior de las casas mediterráneas. A través de las ventanas, con la tradicional forma de estrella, se tamiza la luz gracias a unas células fotoeléctricas que parecen rememorar los atardeceres en Al Andalus, estableciendo un diálogo perfecto entre el viejo y el nuevo París, cuya vista puede apreciarse desde la terraza, a 25 metros de altura.

A pocos metros se encuentra la Mezquita, edificada en 1926 por los arquitectos Heubès, Fournez, Mantout y Tranchant de Lunel. El primer centro de culto musulmán se construyó en París tras finalizar la I Guerra Mundial, como homenaje a los cientos de miles de soldados musulmanes muertos durante el conflicto. Decorado por artesanos marroquíes en un estilo hispano-árabe, los edificios que la conforman se organizan alrededor de pequeñas tiendas y de bellos jardines.

Herencia romana

En este complejo, además de disfrutar de las vistas de la fachada de la mezquita, del minarete de 33 metros de altura, podemos tomarnos un café o un té a la menta mientras los gorriones vuelan a nuestro alrededor a su antojo, o deleitarnos con un baño en el hammam, decorado con mosaicos tradicionales.

Tras esta segunda parada, y siguiendo inmersos en la interculturalidad parisina, a escasos metros nos encontramos con las Arènes de Lutèce, en la calle Monge. Alejados de los espectáculos de fieras, gladiadores y mártires cristianos que justificaron su construcción, estos vestigios galo-romanos conforman en la actualidad un agradable jardín donde van a jugar los niños de la zona, o a hacer pic-nic. Descubiertas en 1869, estas ruinas romanas fueron objeto de excavaciones y restauraciones minuciosas, devolviendo a la ciudad el anfiteatro y los jardines que lo rodean, testimoniando la fuerza que tenían los romanos en la antigua colonia de Lutèce, la actual París.

Y pasando de la historia antigua a una parte de lo que configura la moderna, de nuevo en el metro nos dirigimos al templo de las fashion victims por excelencia, la Boutique de Colette -parada Tuileries-. Está situada entre la plaza del Palacio Real y la plaza Vendôme y a pocos metros del Louvre, en la calle Saint Honoré. Una de las mejores tiendas multimarca de moda, o para ser más exactos, de lifestyle en general, del mundo. En este local, las naciones unidas del mundo de la moda, se reúnen los más exclusivos diseños en una amplia selección de calzado, ropa y accesorios femeninos y masculinos más especiales del momento, donde todo acaba convertido en tendencia.

Esta zona del Louvre fue la elegida por la corte de Luis XV para instalarse a finales del siglo XVIII. París se abrió en ese momento hacia el norte, y el barrio se convirtió en fashionable al poblarse con las nuevas élites burguesas y capitalistas. Los antiguos paseos campestres se transformaron en grandes bulevares y zonas de negocios durante el siglo XIX y hasta la actualidad.

Fue en esa época cuando se fundó la Ópera Garnier, en la plaza de la Ópera. Tras escapar de un atentado a la salida de la antigua ópera, Napoleón III decidió en 1858 la edificación de una nueva en un lugar seguro y con espacios libres para la vigilancia. Construida por Charles Garnier en 1874, su estilo oscila entre el barroco y el neorrenacimiento, aunque en 1964 todavía se hicieron modificaciones; Malraux hizo recubrir por Chagall el techo de la sala donde actúan los artistas.

Enfrente, el Gran Hotel, construido en 1867 para la Exposición Universal, al mismo tiempo que la fachada de la ópera. La edificación de ese monumento insignia del Segundo Imperio permitió establecer el trazado definitivo de las nuevas vías, que transformaron el barrio en nuevo centro de negocios. Bancos, imprentas, periódicos... edificados con modernos materiales y tiendas de lujo, cafés y teatros.

El barrio del Olympia

Pero antes de seguir nuestro camino, entre el Louvre y la Opéra podemos detenernos a comer algo en el barrio japonés de París, Little Tokio. En la Rue Sainte-Anne principalmente, pero también en las calles adyacentes, podemos encontrar un peluquero japonés, una librería especializada, pastelerías o, incluso, una agencia de viajes japonesa. Pero sobre todo podemos disfrutar de los mejores yakitoris, sushis y makis tradicionales en los numerosos restaurantes japoneses. Si tenemos algo de tiempo, podemos pasearnos por las calles de este barrio pluriétnico donde se juntan las comunidades magrebí, africana, portuguesa, yugoslava y china, entre otras, alrededor del mercado en pequeñas tiendas de telas y especias.

Desde Sainte Anne nos dirigimos al Boulevard des Capucines, donde se encuentra el Olympia, fundado en 1888 por José Oller, el music-hall más viejo de París es fácilmente reconocible por sus carteles rojos gigantes sobre la fachada. En 1992, la Société Générale, propietaria del edificio, anunció un proyecto inmobiliario que condenaba la antigua sala a su desaparición. Gracias a la tenaz movilización de los ciudadanos, el banco modificó su proyecto y la sala ha sido reconstruida, idéntica, pero con mejores prestaciones técnicas.

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